1. ¿De qué se trata?
Se trata de 40 días previos a la Semana Santa durante los cuales preparamos nuestro espíritu a través de la conversión. Los 40 días responden a una simbología bíblica: 40 días en el desierto, 40 días de diluvio, 40 años de marcha del pueblo de Israel, etc. El número 40 tiene una intención especial en las escrituras y hace referencia a tiempos de prueba y de conversión. En esta simbología «el número 4 representa el universo material y el 0 representa el tiempo de nuestra vida en la tierra seguido de pruebas y dificultades» (Aciprensa).
2. Un camino de conversión3. Empieza el Miércoles de Ceniza
4. Sacrificios y penitencias como actos de amor
El tiempo cuaresmal es un tiempo caracterizado por el sacrificio a través de la penitencia, el ayuno, la limosna y la oración. Si bien el sacrificio en cualquier esfera de la actividad humana es considerado como un valor cuando este es relacionado al esfuerzo para conseguir un resultado; el sentido del sacrificio para un cristiano va mucho más allá: está directamente relacionado al amor. Cuaresma es un tiempo ideal para encontrar este sentido. Las renuncias, las mortificaciones que en este tiempo nos imponemos sirven para empezar a entender o profundizar en el verdadero significado del amor. El amor que lo puede todo, lo soporta todo y lo perdona todo, un amor que viene de el mismo Dios que se entrega por nosotros.
Se trata, como decía San Juan Pablo II, de «todo aquello que ayuda a que el Evangelio pase de la mente al corazón y del corazón a la vida». ¡Qué diferente es vivir la penitencia quitando toda connotación negativa que en lugar de animarnos a perseguirla nos disuade de ella! Entendiendo su verdadero significado la penitencia se transforma en un acto de amor profundo.5. Ayuno: mucho más que dejar de comer
No se trata de suprimir todos los alimentos y andar gritando a los cuatro vientos que morimos de hambre porque estamos ayunando. El ayuno debe ser siempre ofrecido con amor y humildad, en el silencio del corazón. Ayunar no se trata sólo de suprimir alguna comida o alimento por el que tenemos especial preferencia. Podemos ayunar de palabra y acción, tratar de no criticar tanto, de no decir malas palabras, de hablar con más amor y bondad, de no mirar mal a ese vecino al que ya nadie se aguanta, de hablarle a ese compañero de oficina al que todos ignoran, de ofrecerte a hacer algún favor o de invitar a almorzar a ese familiar con el que hace tanto no te hablas. Todo ofrecido como sacrificio amoroso al Padre. Todos los viernes de Cuaresma la abstinencia es mandatoria.
6. La oración y la generosidad
La Iglesia designa la limosna, junto al ayuno y la oración, como un remedio contra el pecado. En nuestro tiempos la limosna se hace aún más necesaria. Tiempos en el que lo material y el valor de las posesiones se hace excesivo, el dar limosna es remedio para el alma. Dejar de mirarse uno mismo para salir a auxiliar al más necesitado y no solo dar lo que nos sobra sino dar lo que nos cuesta. Es necesario dar con sacrificio, renunciar a lo nuestro en favor de los otros por amor a Dios mismo. La limosna necesita estar presente en este tiempo de Cuaresma para ayudarnos a dejar de pensar en nosotros mismos y entender cada vez más lo que significa entregarse por entero. La oración será esa constante comunicación con Dios para que nos muestre el camino y nos fortalezca durante nuestra vida.
7. Termina el día en que el verdadero sacrificio inicia…
«(…) La Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno» (Papa Francisco – Mensaje Cuaresma 2018).
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